miércoles, 7 de abril de 2010

Un tipo aburrido

Es divertido verla jugar con la nieve, verla reír mientras corre tratando de evitar las bolas que le lanzan los niños. Es difícil pasear con ella por esa plaza, yo ando y ella viene y va, me adelanta, se retrasa, está un rato conmigo, no para un momento quieta. Hay una marabunta de niños en la plaza, es domingo y debe ser la hora en que todas las madres quedan para airearlos un rato.

- Eres el tipo más aburrido que he conocido en mi vida -Dice Cathy jadeando, con las mejillas sonrosadas, y el pelo rubio saliéndole por debajo del gorro blanco de lana-.
- No me apetece jugar a tirarle bolas de nieve a niños de 8 años. -Contesto con la entonación de quien dice algo lógico e irrefutable-.

Pero ella insiste e insiste, hasta que al final el grupo de niños es un clamor dirigido por ella:

- Tipo aburrido, tipo aburrido, tipo aburrido...

Así que resignado, me agacho, los niños aplauden, yo hago una bola de nieve, el grupo se dispersa corriendo, levanto la cabeza mientras sigo agachado, la localizo, me levanto rápidamente y le lanzo una bola de nieve.¡Zas!. Rápida, mortífera, directa a la cabeza... se va a cagar...¿un tipo aburrido yo? ¡ja!

Cada vez me sorprende más, ahora acabo de descubrir que también es ninja, pues en el último instante Cathy consigue apartarse y la bola sigue su camino, ya en una trayectoria claramente descendente, pero todavía con toda su capacidad mortífera intacta. Así que mientras la bola sigue bajando, un pequeño niño con un adorable gorrito rematado en un pompón y con un anorak rojo chillón se cruza en su camino.

¡Pafffff! En toda la cara. El niño cae al suelo y se reboza en la nieve mientras comienza a llorar de una manera a todas luces exagerada.

- Puto niño. -Es lo único que se me ocurre decir, en español claro-

El niño sigue llorando, Cathy se me acerca, me suelta un hostión en toda la cara, se acerca al niño y trata de consolarlo, se disculpa con la madre que se ha acercado muy asustada al ver a su retoño llorar desconsoladamente en el suelo, rodeado de todos los niños que miran con interés como la cara se le comienza a poner sensiblemente roja.

Yo me mantengo a una prudente distancia mirando al suelo, me duele la mejilla una barbaridad, estoy completamente avergonzado y pego pequeñas patadas a la nieve de manera distraída y mirando de reojo, tratando de escurrir el bulto. Pero Cathy ya le ha dejado meridianamente claro a la madre todo lo que ha pasado, y la señora me lanza miradas de odio mientras coge al niño entre sus brazos.

- Lo siento -Balbuceo, a modo de excusa mientras me encojo de hombros-.

Cathy viene, me coge de la mano y se me lleva de la pequeña plaza tirando de mí calle arriba. Aparte de jurar para si no me dice absolutamente nada. No se que decir, así que por no seguir en silencio y con tal de no estar callado se me ocurre decir:

- Ya te dije que no me apetecía jugar, además... si no te hubieras apartado...

Esa fue la primera noche que dormí en casa de Adam.

Puta nieve.

viernes, 26 de marzo de 2010

Vida

Y estaré perdido. Miraré alrededor, buscando, anhelando la humanidad que dejé atrás. Mi humanidad.
Y estaré vencido, como un nuevo viejo amigo en noches de borrachera, en largas noches de soledad entre tumultos de gente. Cuando les hablo miro su fecha de caducidad, se cuando van a morir, al menos para mí.
Y desearé estar cautivo de algo que no sea el alcohol, de la mirada de la chica del fondo de la barra que jamás poseeré, de las palabras del viejo poeta que recita en la misma mesa de siempre, de ti al verte pasar.
Y soy incapaz de inventar, transmitir, expresar, estoy vacío, soy un sumidero de experiencias propias y ajenas que hago mías, no consigo darles la forma adecuada para sacarlas fuera, para vivir de las hojas en blanco.
Para al menos allí tener vida.

jueves, 11 de febrero de 2010

3 años después (I)

La función había terminado. La gente no pidió otra, ya habían tenido suficiente, yo también.

Al principio el placer de verla al pie del escenario, intercambiados los papeles, había sido un estímulo, después había empezado a no poder apartar de mi mente la certeza de que tendría que afrontar la situación. Que llegaría un momento, en el que tendría que salir de la protección que me brindaban los focos y los amplificadores e ir hacia ella.

En el backstage ensayaba frases, planeaba respuestas posibles, bebía, volvía a planear saludos, gestos, miradas, volvía a beber.

- ¿No piensas salir nunca? -Dijo Cathy en inglés.

Típico de ella, no había esperado a que saliera, había abierto la puerta lateral y abriendo puertas había dado con nosotros. Si no la había detenido un océano, no la iban a detener dos puertas.

- ¿Y tú quien eres rubia? ¿Te ha gustado y vienes a por más?- Preguntó Miguel, mientras le hacía un repaso de arriba a abajo. Satisfactorio por la risita que le solía delatar cuando algo o alguien le podía resultar interesante. Era un perfecto gilipollas.

Ella conocía esa mirada y esa entonación, le daba igual el idioma, toda su vida había tratado con los tíos de la misma manera, sabía cuidarse sola. Cathy le rodeo con un brazo por el cuello muy suavemente y le dijo muy cerca:

- Gilipollas comemierda, no tengo ni la más remota idea de lo que has dicho, pero te aseguro que no tendrías ni puta idea de que hacer conmigo si nos quedáramos a solas tu y yo. - Dijo Cathy en inglés.

No pude evitar reírme. Todos se volvieron en busca de una traducción.

- Te espero fuera Tom. Sal de una puta vez e invítame a una cerveza. -Y dicho esto Cathy se dio media vuelta y salió.

- ¿Quien coño es esa? -Preguntaron todos al unísono.

- Ella es el motivo por el que estamos tocando. -Dije sin muchas ganas de dar explicaciones mientras apuraba el botellín.

Llevaba 6 meses con ellos y cada vez me caían peor, digamos que eran el medio que justificaba mi fin, tocar, servir de reclamo inconsciente. Y había funcionado.

No había cambiado nada, no quería que hubiese cambiado. Estaba orgulloso de ella en la misma proporción que decepcionado conmigo mismo. Ahora tenía que salir. Me armé de valor y decidí no mentir, pese a que quería inventarme una vida que la impresionara y me dejara a salvo de sus comentarios sobre la verdad. Por el pasillo que daba a la sala me sentí brutalmente sólo, en el trayecto que iba desde la puerta del backstage hasta la barra pensé en huír, en correr, inspiré hondo y di los últimos pasos. No tenía ni puta idea de por dónde podía salir esto.

- Hola Tom. - Me abrazó.

Su olor. Es imposible recordar un olor, pero eres capaz de distinguirlo entre miles cuando te rodea. Ese olor me abrió en canal, recordé Boston, la casa en Cambridge, la nieve, los viajes, los gritos, el sexo, sus canciones, sus huidas, mi huida, la alegría, la tristeza, el odio, la rabia, el amor, la violencia, la droga, las lágrimas... la recordé como si nunca me hubiera separado de ella.

Recordé todo. Cuando llegué en Septiembre del 97, la ilusión, la incertidumbre, cuando la conocí en diciembre del mismo año, la música, el follar borrachos, el primer verano juntos, las noches, sus huidas, la primera navidad juntos en 1998, las risas, las peleas, el último verano juntos, ¿el amor?, el futuro, mi huida una vez acabada la navidad del año 99 y tres años olvidando, tres años queriendo olvidar, sin escribir, enterrando todo en mi memoria, sorprendiéndome a mí mismo preguntándome donde estaría, con quien dormiría, queriendo pegarle fuego al sitio donde vivía cuando no era capaz de dormir, queriendo desaparecer cuando llamaba Cathy sin querer a la novia de turno. Fingiendo. No iba a seguir fingiendo, se acabó.

- Hola Cathy. Te he echado de menos.

viernes, 29 de enero de 2010

Camino de la costa


Estábamos conduciendo camino de la costa. Era un día de calor, llevábamos las ventanillas bajadas y el viento nos despeinaba. Iba a ser un "día de coche" como a ella le gustaba llamarlo, Adam Duritz sonaba en la radio, Cathy subió el volumen y empezó a cantar, primero con él, luego por encima de él. Su voz lo llenaba todo.

- ¿Cómo una persona que es incapaz de decir una frase sin decir al menos una palabra mal sonante es capaz de tener esa voz?. Me preguntaba para mis adentros.

Era imposible resistirme a la tentación de escucharla, durante mucho tiempo he pensado que fue un hechizo, un maleficio en ocasiones, sólo necesitaba verla subida al escenario para saber que ella se había convertido en el motivo para seguir escribiendo, para seguir en aquella ciudad, en el centro de todo.

"Step out the front door like a ghost into the fog.
Where no one notices the contrast of white on white.
And in between the moon and you the angels get a better view
Of the crumbling difference between wrong and right I walk in the air between the rain through myself and back again
Where? I dont know
Maria says shes dying through the door I hear her crying
Why? I dont know"

Saqué el coche de la carretera. Ella subió la radio, salió afuera. Cantaba mientras caminaba sobre una línea imaginaria con los brazos extendidos, como si fuera una trapecista. Yo la miraba. Estaba parado en un descampado, mirándola, escuchándola, no necesitaba otra cosa para sentirme bien. Ella sólo necesitaba estar allí para ser feliz, le daba igual quien la llevase, y eso me aturdía. Jamás he vuelto a tener esa sensación, una vez que decidí recuperar el control no volví a sentirme libre. Mi libertad era su incertidumbre.

- Vámonos al mar unos días, vamos Tom, venga, va, di que sí. Quiero oír el ruido del océano.

- Cathy tengo que dar clases, necesitamos algo de dinero. - Dije, mientras trataba de intentar aportar algo de cordura a sus caprichos -

- Me llevaré la guitarra. Yo cantaré mientras tú escribes y nos bañaremos desnudos, sólo es un par de días. Dijo Cathy.

¿Qué coño se puede responder a eso? Todo el mundo trabajando y nosotros camino de la costa porque ella quería. Tócate los cojones.

Hacía ya un par de semanas que había dejado su trabajo de camarera en aquel tugurio, cosa que tampoco me importó. De los locales en los que había trabajado aquel era con diferencia el más sórdido de todos y volvía colocada más veces de lo que era habitual.

Cuando acabó la canción se acercó a mí. Yo estaba apoyado en la puerta del coche. Se acercó muy despacio mientras me miraba. El top blanco de tirantes y su mirada le daban un aspecto virginal completamente falso si reparabas en su forma de andar y lo ajustado de los vaqueros, siempre un poco largos rozando el suelo. Conocía esa artimaña, sabía que me iba a pedir algo, era, en cierto modo ridícula por repetitiva, como el mismo pequeño entremés antes de la gran representación.

- No vas a irte, ¿verdad? - Dijo Cathy mirándome fijamente a los ojos, tan cerca que su aliento rozaba mi cara.

- Eres tu la que sueles irte. ¿Recuerdas? - Dije casi ofendido.

- De momento, sólo de momento.-Contesto Cathy.

Entonces me abrazó y empecé a dudar de que le diese igual quien la hubiera llevado hasta allí esta vez. Me empezaron a asaltar las dudas. Hay quien lo llamó miedo.

Conduje a toda velocidad hasta una parada de carretera donde comer.

Siempre he preferido mi infierno a mil veces un cielo ajeno.

lunes, 4 de enero de 2010

No ocurrirá

Mantenme despierto. No quiero sucumbir a las amenazas que traerá la mañana. Si no duermo no ocurrirá. Por favor, dime que podré hacerle frente a ese entramado de mentiras que llaman esperanza, dime que no te abandonaré nunca, porque la incertidumbre de mis sentimientos me enjaula más que tus risas.
Dime que no hay un universo más allá de tus piernas, nada más allá de reír hasta caer dormidos, de llorar hasta oír tus gritos. No quiero ser como ellos, aunque ellos sean lo que todo el mundo espera, todo el mundo, incluso tú.
Mantenme vivo porque yo apenas puedo.