martes, 13 de octubre de 2009

De Tulsa a Dallas

El calor era insoportable, pero el Mustan descapotable que habíamos alquilado era innegociable.

-¿A quien coño se le ocurre coger un coche descapotable con este calor? ¡Joder!

Cathy estaba ya bastante cabreada con el viaje para ahora aguantar esto, no soportaba el calor, hubiera preferido ir a Canada y a cambio de eso habíamos dejado el odsmobile en un taller de Tulsa y esperábamos que lo pudieran arreglar, mientras, a mí se me había ocurrido la feliz idea de visitar Dallas, e íbamos por la interestatal 35 camino de esa ciudad.

Ella no entendía el placer de conducir por aquellas carreteras, entrando y saliendo a la autopista, mirando todo con ojos hambrientos, escuchando la música a todo volumen:



Con esta canción se pasó el momento de ira, ella se levantó en el asiento y el viento echó hacia tras sus cabellos, cerró los ojos y empezó a cantar y a contonearse, en aquel instante me di cuenta que aquello era único, ese instante no se volvería a repetir. El calor, el sol brillando, la quería y ella me dejaba quererla, eramos libres de querernos o de dejar de hacerlo, éramos libres, ella cantaba y yo escribía, todas las promesas que me había hecho a mi mismo se estaban cumpliendo y sólo había sido necesario tener valor y olvidarme de aquella gente que son incapaces de cumplir sus sueños y tratan de arruinar los tuyos.

Entonces me di cuenta, a partir de entonces todo sería una cuesta abajo en mi vida. La certeza fue absoluta.