jueves, 11 de febrero de 2010

3 años después (I)

La función había terminado. La gente no pidió otra, ya habían tenido suficiente, yo también.

Al principio el placer de verla al pie del escenario, intercambiados los papeles, había sido un estímulo, después había empezado a no poder apartar de mi mente la certeza de que tendría que afrontar la situación. Que llegaría un momento, en el que tendría que salir de la protección que me brindaban los focos y los amplificadores e ir hacia ella.

En el backstage ensayaba frases, planeaba respuestas posibles, bebía, volvía a planear saludos, gestos, miradas, volvía a beber.

- ¿No piensas salir nunca? -Dijo Cathy en inglés.

Típico de ella, no había esperado a que saliera, había abierto la puerta lateral y abriendo puertas había dado con nosotros. Si no la había detenido un océano, no la iban a detener dos puertas.

- ¿Y tú quien eres rubia? ¿Te ha gustado y vienes a por más?- Preguntó Miguel, mientras le hacía un repaso de arriba a abajo. Satisfactorio por la risita que le solía delatar cuando algo o alguien le podía resultar interesante. Era un perfecto gilipollas.

Ella conocía esa mirada y esa entonación, le daba igual el idioma, toda su vida había tratado con los tíos de la misma manera, sabía cuidarse sola. Cathy le rodeo con un brazo por el cuello muy suavemente y le dijo muy cerca:

- Gilipollas comemierda, no tengo ni la más remota idea de lo que has dicho, pero te aseguro que no tendrías ni puta idea de que hacer conmigo si nos quedáramos a solas tu y yo. - Dijo Cathy en inglés.

No pude evitar reírme. Todos se volvieron en busca de una traducción.

- Te espero fuera Tom. Sal de una puta vez e invítame a una cerveza. -Y dicho esto Cathy se dio media vuelta y salió.

- ¿Quien coño es esa? -Preguntaron todos al unísono.

- Ella es el motivo por el que estamos tocando. -Dije sin muchas ganas de dar explicaciones mientras apuraba el botellín.

Llevaba 6 meses con ellos y cada vez me caían peor, digamos que eran el medio que justificaba mi fin, tocar, servir de reclamo inconsciente. Y había funcionado.

No había cambiado nada, no quería que hubiese cambiado. Estaba orgulloso de ella en la misma proporción que decepcionado conmigo mismo. Ahora tenía que salir. Me armé de valor y decidí no mentir, pese a que quería inventarme una vida que la impresionara y me dejara a salvo de sus comentarios sobre la verdad. Por el pasillo que daba a la sala me sentí brutalmente sólo, en el trayecto que iba desde la puerta del backstage hasta la barra pensé en huír, en correr, inspiré hondo y di los últimos pasos. No tenía ni puta idea de por dónde podía salir esto.

- Hola Tom. - Me abrazó.

Su olor. Es imposible recordar un olor, pero eres capaz de distinguirlo entre miles cuando te rodea. Ese olor me abrió en canal, recordé Boston, la casa en Cambridge, la nieve, los viajes, los gritos, el sexo, sus canciones, sus huidas, mi huida, la alegría, la tristeza, el odio, la rabia, el amor, la violencia, la droga, las lágrimas... la recordé como si nunca me hubiera separado de ella.

Recordé todo. Cuando llegué en Septiembre del 97, la ilusión, la incertidumbre, cuando la conocí en diciembre del mismo año, la música, el follar borrachos, el primer verano juntos, las noches, sus huidas, la primera navidad juntos en 1998, las risas, las peleas, el último verano juntos, ¿el amor?, el futuro, mi huida una vez acabada la navidad del año 99 y tres años olvidando, tres años queriendo olvidar, sin escribir, enterrando todo en mi memoria, sorprendiéndome a mí mismo preguntándome donde estaría, con quien dormiría, queriendo pegarle fuego al sitio donde vivía cuando no era capaz de dormir, queriendo desaparecer cuando llamaba Cathy sin querer a la novia de turno. Fingiendo. No iba a seguir fingiendo, se acabó.

- Hola Cathy. Te he echado de menos.

2 comentarios:

  1. Ainsssss el olor...
    Y porqué fingir?

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  2. Sí, el olor. Como abrir el tarro de los recuerdos.
    Gracias por pasarte por aquí.
    Un saludo.

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