Es divertido verla jugar con la nieve, verla reír mientras corre tratando de evitar las bolas que le lanzan los niños. Es difícil pasear con ella por esa plaza, yo ando y ella viene y va, me adelanta, se retrasa, está un rato conmigo, no para un momento quieta. Hay una marabunta de niños en la plaza, es domingo y debe ser la hora en que todas las madres quedan para airearlos un rato.
- Eres el tipo más aburrido que he conocido en mi vida -Dice Cathy jadeando, con las mejillas sonrosadas, y el pelo rubio saliéndole por debajo del gorro blanco de lana-.
- No me apetece jugar a tirarle bolas de nieve a niños de 8 años. -Contesto con la entonación de quien dice algo lógico e irrefutable-.
Pero ella insiste e insiste, hasta que al final el grupo de niños es un clamor dirigido por ella:
- Tipo aburrido, tipo aburrido, tipo aburrido...
Así que resignado, me agacho, los niños aplauden, yo hago una bola de nieve, el grupo se dispersa corriendo, levanto la cabeza mientras sigo agachado, la localizo, me levanto rápidamente y le lanzo una bola de nieve.¡Zas!. Rápida, mortífera, directa a la cabeza... se va a cagar...¿un tipo aburrido yo? ¡ja!
Cada vez me sorprende más, ahora acabo de descubrir que también es ninja, pues en el último instante Cathy consigue apartarse y la bola sigue su camino, ya en una trayectoria claramente descendente, pero todavía con toda su capacidad mortífera intacta. Así que mientras la bola sigue bajando, un pequeño niño con un adorable gorrito rematado en un pompón y con un anorak rojo chillón se cruza en su camino.
¡Pafffff! En toda la cara. El niño cae al suelo y se reboza en la nieve mientras comienza a llorar de una manera a todas luces exagerada.
- Puto niño. -Es lo único que se me ocurre decir, en español claro-
El niño sigue llorando, Cathy se me acerca, me suelta un hostión en toda la cara, se acerca al niño y trata de consolarlo, se disculpa con la madre que se ha acercado muy asustada al ver a su retoño llorar desconsoladamente en el suelo, rodeado de todos los niños que miran con interés como la cara se le comienza a poner sensiblemente roja.
Yo me mantengo a una prudente distancia mirando al suelo, me duele la mejilla una barbaridad, estoy completamente avergonzado y pego pequeñas patadas a la nieve de manera distraída y mirando de reojo, tratando de escurrir el bulto. Pero Cathy ya le ha dejado meridianamente claro a la madre todo lo que ha pasado, y la señora me lanza miradas de odio mientras coge al niño entre sus brazos.
- Lo siento -Balbuceo, a modo de excusa mientras me encojo de hombros-.
Cathy viene, me coge de la mano y se me lleva de la pequeña plaza tirando de mí calle arriba. Aparte de jurar para si no me dice absolutamente nada. No se que decir, así que por no seguir en silencio y con tal de no estar callado se me ocurre decir:
- Ya te dije que no me apetecía jugar, además... si no te hubieras apartado...
Esa fue la primera noche que dormí en casa de Adam.
Puta nieve.
miércoles, 7 de abril de 2010
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